Designada así la capital en 1987 por la UNESCO, tiene sabor propio como ninguna, pues además de sus tesoros artísticos y arquitectónicos, en ella convergen distintas etnias y culturas que aumentan su riqueza, convirtiéndola en una urbe creativa y colorida. Cuenta con los edificios más hermosos del barroco novohispano y una gastronomía deliciosa, además de sus tradiciones populares.