Una vez estando en esta isla es como pisar el paraíso. Los atardeceres reflejados en las aguas de esta isla se graban a fuego en la memoria y cada sumergida en sus aguas es una sorpresa. De una lado de la isla las aguas son salvajes y del otro lado una paz caribeña con la esperada claridad de las aguas, hacen del lugar el destino ideal para buzos y practicar la pesca deportiva. Los paseos por los senderos alumbrados bajo la luz que arroja el faro despiertan el lado romántico hasta del más escéptico.
El permiso que se pide a la marina para desembarcar en la isla requiere hasta 2 meses de anticipación.