Se le puede ver desde el Paseo de la Reforma. Es el Auditorio Nacional, recinto sagrado para los artistas populares, quienes sueñan con tener una temporada en ese lugar, donde el público los reconoce. Esos terrenos donde se encuentra, fue donado en 1952 por el presidente Miguel Alemán, para que hubiera equitación bajo techo. En 1988 el auditorio fue una realidad a cargo de Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, quienes lo dejaron como hoy lo conocemos.